Y los pigmentos ya no son
como lo trasmitieron nuestros ancestros.
Como los alcancé a ver cuando era niño.
El verde se tiñó de negro marfil.
El cielo de un gris humo.
El mar, de un gris payné y un verde cromo.
Y los seres humanos, ajenos a la agonía
de una Naturaleza Muerta,
absorbieron la monocromía
repartida (re partida)
por los insensibles.
Y los seres humanos,
ambiciosos,
luego de consumir el último árbol,
quedaron enfermos,
sin medicinas naturales,
sin oxígeno…
¡Cómo un puro lo fumaron!
Exhalando su alma, cual espeso humo
que sirvió más tarde
de mortaja.
Y los responsables lloraron de pie;
no conscientes sino egoístas.
Tuvieron que ganarse el dinero
por sus propios medios y no
a costa de la naturaleza
que ya no tenían para explotar.
Y la generación siguiente a los responsables
Lloraron de rodillas su propia extinción.
Sentencia, firmada por sus progenitores.
Sergio Javier Roda
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